Cuando de pequeño jugaba en este alejado rincón donostiarra desde donde la ermita dominaba la entrada a nuestra bahía de La Concha, jamás me paré a pensar si era un monumento franquista, ni que dramático acontecimiento pasado motivó su construcción.

Solamente recuerdo lo bien que lo pasabamos corriendo entre sus tejas rotas jugando a "guardias y ladrones", o cuando nos recostábamos sobre tan incómoda superficie para ver desde la altura las olas y el movimiento de gentes alrededor, siempre atentos no apareciese algún municipal que nos cortara estos momentos de relajación y asueto.

Cuando fue demolido el conjunto a consecuencia de las nuevas leyes de la "Memoria Histórica", en mi se produjo un sentimiento de pena, ajeno totalmente a las normas políticas imperantes. Desaparecía uno de mis "txokos" de infancia, y de él ya sólo perdurarían los recuerdos  que guardaba en mi cabeza.

Ahora recupero con este pequeño trabajo, el lugar, su historia, y a sus involuntarios protagonistas, con los dramas familiares que produjo sus pérdidas a consecuencia del hundimiento del Crucero Baleares, durante la horrible Guerra Civil Española.

Que nunca se repita la historia negra de España,  y por eso es conveniente no olvidarla nunca.

JOSÉ MARÍA LECLERCQ SÁIZ